Ilustración: Miss.Van
La sociedad de la que formamos
parte nos inculca el miedo a concluir la juventud y acercarse más a la muerte,
por este motivo se llena de prejuicios que giran en torno a la vejez. Como si
una persona que llega a los cincuenta años no puede tener sexo, viajar o
enamorarse, como si alguien que cumple setenta ya se encuentra en un cementerio
y no puede disfrutar de sus años con mayor sabiduría.
Son preconceptos que inventa el sistema y los
reproduce, en su mayor parte, a través de los medios masivos de comunicación.
Los mismos que te dicen como tenés que vestirte si sos una mujer o como tenés
que oler si sos un hombre. Los medios inculcan en los ciudadanos que envejecer
es lo peor que te puede pasar.
Quiero creer que mis veinte años no van a ser
mi mejor década porque si es así ya estoy perdida. Recibo mis nuevos tiempos
con aprendizaje y no me importa que eso me haga más vieja. La cultura en la que
vivimos es una cultura que nos dice que tenemos que anhelar la juventud, como
si esta fuese igual para todos, como si todos la transitáramos de la misma
manera.
Aunque vaya a extrañar mi piel firme no hay
nada como sentir que el dolor va a ser más leve. No voy a anhelar volver a mis
veinte y repetir mi locura, no voy a sentir que si retrocedo el tiempo voy a
hacer las cosas de otra forma, porque haría que hoy no fuese la persona que
soy.
Esto hace que no le
tenga miedo a los treinta, y el efecto mediático que buscan inculcar no es de
mi interés personal. Dejo espacio a que entre lo nuevo y descarto los percances
de los que he sobrevivido, allá por mis años veinte.
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