viernes, 24 de abril de 2020

La empleada y la doncella





 La película La doncella está dirigida por el director coreano Park Chan-Wook, y es considerada por muchos como un thriller psicológico.

 Una joven empleada doméstica hace un pacto con un hombre para ser llevada a la mansión donde habita una doncella con su abuelo degenerado. La idea de estos dos personajes es que la empleada entable una relación de trabajo con esta joven y que el hombre consiga tener una relación sexo afectiva con ella. La finalidad es encerrarla en un manicomio y quedarse con su fortuna.

 Pero la película tiene varios giros sorpresa que dan a entender que las cosas no estaban claras desde el punto de vista de la empleada, y es ella quien termina internada en un psiquiátrico. Pareciera que la doncella y el hombre, que tenían una relación amorosa, le habrían tendido una trampa a la empleada.

 Pero no, la película tiene otro giro mucho más interesante y es la relación entre ambas mujeres, varias escenas de sexo explícito le dan un tinte erótico a la película. Ambas se dan cuenta de las artimañas de este hombre y deciden hacerle frente para luego huir juntas.

¿Por qué elijo hablar de esta película? Porque además de lo interesante de su trama, la fotografía con la que se desarrolla y las intrigas que nos llenan de suspenso, relata la historia de dos mujeres enamoradas. Dos cuerpos que se encuentran, se tocan, se penetran, se besan, se excitan y se acaban. Dos mujeres que le hacen frente a la violencia de un hombre y a las perversiones de un anciano.

 La doncella se encuentra amenazada por su abuelo que tiene en sus aposentos una máquina de tortura. La joven está condenada a pasar el tiempo en su mansión sin poder salir de ella, hasta que conoce a su nueva empleada, y allí las cosas cambian.

 Es la historia por las que muchas personas se espantan, les repugnan la desnudes explícita no pensada para el placer de un hombre, no toleran ver esos cuerpos encontrarse en el erotismo.

 Estas películas son necesarias para curar del espanto a una sociedad que aún se horroriza por lo que uno elige hacer en la cama. Con quién uno se toca no debería de ser motivo de escándalo, con quien nos relacionamos no debería de ser tema de incumbencia de nadie.

 Por eso elijo hablar de La doncella, porque muestra de forma explícita algo por lo que la sociedad aún se aterra: el amor y el placer no al servicio de un deseo masculino.

jueves, 16 de abril de 2020

El enmascarado




 

En 1984 se estrenó en los cines la película Amadeus, una historia ficticia entre los personajes de Wolfgang Amadeus Mozart y el maestro compositor de la corte alemana: Antonio Salieri.

 Mozart es un joven, niño prodigio, que llega a la corte de Viena para trabajar al servicio del Rey. Allí conoce al maestro Salieri, quien se encarga de enseñarle piano al mandatario y de dirigir espectáculos para toda la corte.

 Esta es la historia de la envidia de un artista, considerado a sí mismo como un mediocre, hacia otro, considerado un genio musical. El personaje despreciable de Salieri manipula y genera conflictos para manchar la imagen de Mozart. Lo odia tanto que encuentra la forma perfecta para deshacerse de él: se hace pasar por un hombre enmascarado que le encarga un réquiem para un supuesto funeral. Mozart acepta y esta será su última obra antes de su muerte. Sumido por el alcohol, de a poco se enferma hasta que llega el final de la película donde continúa con el encargue musical de la mano del mismo Salieri y, aunque no la puede finalizar, lo ayuda a completar la pieza.

¿Refleja Amadeus la envidia y competencia que convive entre los artistas? Solo si uno es tan miserable como el personaje de Salieri supone que sí. Porque la realidad es que los genios son pocos, y no se encuentran solo en el ámbito artístico como muchos quieren creer: hay abogados genios, contadores genios, científicos genios. Entonces es ridículo sostener que en el arte solo las mentes brillantes son los que tendrán reconocimiento desde su juventud y el resto no. Por un lado, porque estos también deben tener las mismas oportunidades socioeconómicas para poder distinguirse en este mundo tan hostil, donde una parte de la población vive en la miseria. Por otro, la realidad confirma que el resto se destaca por su nivel de potencial para la disciplina en la que se desenvuelve. Con estudio, perseverancia y contactos personales se puede hacer un camino en el terreno artístico.

 Como el arte es una disciplina aún idealizada por algunos, existe la creencia que es solo para los genios, cuando en verdad las profesiones funcionan todas por igual. Como si las obras que obtienen reconocimiento fueran producto solo estos y no porque hubo un artista que supo relacionarse y desenvolverse en el mercado para lograr tener un lugar en el mundo artístico.

 Mozart era un niño prodigio y Salieri se convierte en su sombra con su llegada a la corte de Viena. Es la historia de un personaje que buscará cualquier forma para deshacerse del joven. Su pacto con Dios, de darle su castidad y devoción a cambio de iluminación musical, se ve alterado cuando conoce a Mozart; quien no es más que un joven mujeriego y a veces impertinente, que pareciera que Dios le concedió lo que Salieri siempre quiso.

La película se desarrolla en una época en la que el arte era relacionado con el orden de lo divino y la supuesta «inspiración» llegaba a unos pocos. Pero la verdad es que el joven Mozart estudió y trabajó como cualquier ser humano ordinario.

 La historia culmina con la muerte del joven y Salieri termina sus días encerrado en un manicomio tras tener un intento de suicidio. Se confiesa con un sacerdote (a quien le cuenta toda la historia que desarrolla la película) y se autoproclama «Santo de la Mediocridad». Tal vez lo que lo hacía tan mediocre era su exorbitante envidia y obsesión por Mozart y no tanto su música.

 Amadeus se encuentra entre mis películas predilectas por su desarrollo, su fotografía y el suspenso de la trama de como un joven prodigio enloquece y se enferma de a poco. Queda para Salieri la vida y la vejez en el arrepentimiento por contribuir, como aquel individuo enmascarado, con la locura del joven compositor. Culmina la película con la imagen de un manicomio donde el personaje pasará el resto de sus días. Salieri, el Envidioso.


viernes, 3 de abril de 2020

La sexualidad



Aceptar nuestras formas de relacionarnos con el mundo cuesta valentía, porque ser uno mismo es repudiado por un sector de la población y la homosexualidad es aún mal vista, muchas mujeres y hombres han sido condenados por sus placeres sexuales.

 Los besos gays aparentan abrir heridas de nuestra cultura que parecían encontrarse cerradas. ¿Cuánto valor cuesta ser uno mismo? Yo formo parte de la generación que eligió vivir nuestras sexualidades y formas de encontrar nuestros cuerpos en libertad. Elegimos lo que nos complace y a veces esto no coincide con los mandatos culturales o familiares con los que nos criaron. Por eso hay que tener coraje, en este mundo tan siniestro, para elegir mostrarse tal como uno es.

 Se trata de dejar de lado los preconceptos y los prejuicios con los que nos criaron para poder sobrellevar nuestras existencias de maneras más saludables y no reprimidas. Hay que hacer el ejercicio de dejar a un lado todas aquellas falsas definiciones con las que nuestros cuerpos se formaron. Que por ser mujer o varón tales cosas nos tienen que funcionar o tales otras nos tienen que repugnar.

 A la sociedad le duele nuestra valentía de ser nosotros mismo porque está acostumbrada a la represión. Esto sería: callar los ideales y no pelear por nuestros derechos. Hoy más que nunca defiendo el libre ejercicio de nuestra sexualidad, elegir nuestro camino debería ser nuestro mayor mandato, y no complacer los sentimientos de una cultura que busca tenernos encerrados y obedientes a su omnipresencia.

 Por todo eso, hoy más que nunca sostengo que hay que defender el libre conectar de nuestros cuerpos. Ser homosexual, bisexual, pansexual o cualquier etiqueta a la que se le quiera adherir no deberían ser condiciones para un ocultamiento. Ser quien se es no debería ser una condena. Nuestras vidas no tendrían que estar condicionadas por el gatillo de un geronte que cría machos para reproducir su doctrina de odio.

 Tenemos el derecho humano de ser libres de querer y desear sin límites de sexo o género. Que nadie te quite el poder de complacer tu deseo, que sin él no estaríamos ni siquiera existiendo.