Aceptar nuestras
formas de relacionarnos con el mundo cuesta valentía, porque ser uno mismo es
repudiado por un sector de la población y la homosexualidad es aún mal vista,
muchas mujeres y hombres han sido condenados por sus placeres sexuales.
Los besos gays aparentan abrir heridas de
nuestra cultura que parecían encontrarse cerradas. ¿Cuánto valor cuesta ser uno
mismo? Yo formo parte de la generación que eligió vivir nuestras sexualidades y
formas de encontrar nuestros cuerpos en libertad. Elegimos lo que nos complace
y a veces esto no coincide con los mandatos culturales o familiares con los que
nos criaron. Por eso hay que tener coraje, en este mundo tan siniestro, para
elegir mostrarse tal como uno es.
Se trata de dejar de lado los preconceptos y
los prejuicios con los que nos criaron para poder sobrellevar nuestras
existencias de maneras más saludables y no reprimidas. Hay que hacer el
ejercicio de dejar a un lado todas aquellas falsas definiciones con las que
nuestros cuerpos se formaron. Que por ser mujer o varón tales cosas nos tienen
que funcionar o tales otras nos tienen que repugnar.
A la sociedad le duele nuestra valentía de ser
nosotros mismo porque está acostumbrada a la represión. Esto sería: callar los
ideales y no pelear por nuestros derechos. Hoy más que nunca defiendo el libre
ejercicio de nuestra sexualidad, elegir nuestro camino debería ser nuestro
mayor mandato, y no complacer los sentimientos de una cultura que busca
tenernos encerrados y obedientes a su omnipresencia.
Por todo eso, hoy más que nunca sostengo que
hay que defender el libre conectar de nuestros cuerpos. Ser homosexual,
bisexual, pansexual o cualquier etiqueta a la que se le quiera adherir no
deberían ser condiciones para un ocultamiento. Ser quien se es no debería ser
una condena. Nuestras vidas no tendrían que estar condicionadas por el gatillo
de un geronte que cría machos para reproducir su doctrina de odio.
Tenemos el derecho humano de ser libres de
querer y desear sin límites de sexo o género. Que nadie te quite el poder de
complacer tu deseo, que sin él no estaríamos ni siquiera existiendo.
Es una temática que siempre aparece en tus escritos
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