sábado, 21 de marzo de 2020

Los treinta

                                                   
                                                        Ilustración: Miss.Van

La sociedad de la que formamos parte nos inculca el miedo a concluir la juventud y acercarse más a la muerte, por este motivo se llena de prejuicios que giran en torno a la vejez. Como si una persona que llega a los cincuenta años no puede tener sexo, viajar o enamorarse, como si alguien que cumple setenta ya se encuentra en un cementerio y no puede disfrutar de sus años con mayor sabiduría.

 Son preconceptos que inventa el sistema y los reproduce, en su mayor parte, a través de los medios masivos de comunicación. Los mismos que te dicen como tenés que vestirte si sos una mujer o como tenés que oler si sos un hombre. Los medios inculcan en los ciudadanos que envejecer es lo peor que te puede pasar.

 Quiero creer que mis veinte años no van a ser mi mejor década porque si es así ya estoy perdida. Recibo mis nuevos tiempos con aprendizaje y no me importa que eso me haga más vieja. La cultura en la que vivimos es una cultura que nos dice que tenemos que anhelar la juventud, como si esta fuese igual para todos, como si todos la transitáramos de la misma manera.

 Aunque vaya a extrañar mi piel firme no hay nada como sentir que el dolor va a ser más leve. No voy a anhelar volver a mis veinte y repetir mi locura, no voy a sentir que si retrocedo el tiempo voy a hacer las cosas de otra forma, porque haría que hoy no fuese la persona que soy.

Esto hace que no le tenga miedo a los treinta, y el efecto mediático que buscan inculcar no es de mi interés personal. Dejo espacio a que entre lo nuevo y descarto los percances de los que he sobrevivido, allá por mis años veinte.

viernes, 6 de marzo de 2020

La locura



Ilustración: Helga Berger


 El término «locura» está manchado por una serie de prejuicios y preconceptos que hacen de esa palabra una condena para la persona que se encuentra padeciendo algún tipo de conflicto mental, como si no hubiese gente con conductas tóxicas que lo alejan del sentido de lo saludable.

 Este término es utilizado para discriminar a personas que necesitan de cierto dispositivo como el psicofármaco para llevar una vida más equilibrada. «Loco» sería aquel que no tiene sus cabales en orden, que no cumple con la norma establecida, y como necesita ayuda médica se lo crucifica en esta categoría que produce espanto en personas que han tenido la suerte de no necesitarla.

 ¿Cuántas personas no consumen psicofármacos ni han estado internadas, pero tienen conductas tóxicas y producen daños en las personas que les rodean? ¿Cuántos cerebros libres de psicotrópicos son enfermos con constancia y no están etiquetados en esta categoría, que pareciera ser fatal para cierto sector de la sociedad?

 No hay que tener miedo a estar loco, porque en verdad todos somos sanos o enfermos en algún momento de nuestra vida. Nadie se encuentra exento de toxinas, todos hemos hecho daño o nos han dañado.

 Con la palabra «locura» se ha designado y marginalizado a personas que han tenido padecimientos mentales, y muchas de ellas fueron personas brillantes. Michel Foucault estuvo internado en una institución psiquiátrica y eso no le imposibilitó luego desarrollar su obra y vivir con una calidad de vida más estable. Grandes pintores fueron delirantes y son las personas que más legados han dejado en este mundo que quiere condenarlos en esta categoría tan controversial.

 «Loco» es aquel que no cumple con la norma, que es tan inteligente que construye otras realidades con su mente. «Loco» es aquel que no calla sus ideas y que se mantiene por el mundo de la forma que le han enseñado. «Loco» es aquel al que el sistema le tiene miedo, porque puede cuestionar las maneras en las que funciona, porque devela que todos somos diversos y atenta contra la homogeneización de la que intentan hacernos parte. Por eso suelen ser las personas más geniales y manejan niveles de intensidad muy altos, tanto que a veces sus mentes les juegan malas pasadas.

 No hay que temerle a una persona a quien han forzado a entrar en esa categoría, porque sin ellos hoy el mundo seria aún más adverso.

miércoles, 4 de marzo de 2020

El talento


Las Meninas de Diego Velázquez


 Muchas personas dicen no tener creatividad, entendiéndola como un don mágico que solo unos pocos llevamos consigo. Muchos no comprenden que la creatividad es inherente a la raza humana y que lo que se necesita es ejercitarla para que una persona pueda expresarse de manera artística con mayor fluidez.

 Aquel «talento», que muchas personas aún sostienen que existe, no es más que un factor determinante que deviene de las oportunidades socio económicas de la persona en cuestión. Además de otros privilegios, como tener un respaldo familiar que facilite el ejercicio del arte en una persona en edad muy temprana.

 Si una parte de la población es excluida del capital cultural y los recursos económicos, lo que decanta en una falta de oportunidades en diversos aspectos, no podemos hablar de personas iluminadas.

 La palabra «talento» no es la adecuada para hablar de las capacidades artísticas de una persona porque la pobreza hace que se excluyan a muchas de esa categoría, por eso es más adecuado hablar de «potencial». Todos los seres humanos somos potencia. Hacemos el ejercicio de practicar lo que más necesitamos y lo que nuestra pulsión nos indica. Podemos aprender el lenguaje plástico con práctica y perseverancia, y saber que esto no se trata de inspiraciones ni actos iluminadores, sino de trabajo.

 El arte, de alguna forma, se encuentra sacralizado, como si funcionara de manera muy diferente a otras disciplinas y profesiones. Cuando la verdad es que se lo mitifica para beneficiar a un sistema que necesita que ese mito continúe reproduciéndose para que se formen menos cantidad de artistas. Esto se debe a que el arte es una profesión peligrosa, al sistema no le conviene que haya personas que lo cuestionen de manera creativa, por el mismo motivo que intenta excluir a la educación artística de las escuelas, les quitan la oportunidad de expresarse a les niñes más humildes, mientras estupidizan a los más ricos.

 Es una lucha constante lograr que la educación artística tenga lugar en estos recintos para que se reparta su capital de manera más equitativa, y no nos quedemos con la duda de cuántos cerebros se queman con poxiran, en lugar de estar aprendiendo para lograr comprender el funcionamiento de esta sociedad.

 Por todo esto niego que exista el talento, todos los ciudadanos tenemos el derecho a acceder a la actividad artística, desde pequeños y en la adultez. Que nadie te niegue la posibilidad de manifestar tu creatividad, porque es lo que enriquece a nuestro espíritu y permite que veamos la realidad desde otras perspectivas. Nos cuestionamos y pensamos al mundo de otras maneras y es eso lo que no quieren que suceda.

 No tenés que ser músico para disfrutar de un concierto ni ser literato para escribir poesía, todo lo que hace falta es pasión y sensibilidad, de eso se nutren los artistas. Es lo que permite tejer este entramado de símbolos que nos llevan al reconocimiento de otros puntos de vista.