domingo, 27 de septiembre de 2020

La firma


 

  La historia del arte está plagada de mitos y leyendas que giran en torno a las «obras maestras». Muchas de estas han sido atribuidas a supuestos artistas que se han enriquecido con sus innumerables ventas.

 Para una mujer no era fácil consagrar su obra, por este motivo, muchas de ellas hacían firmar sus cuadros o novelas con el nombre de sus maridos. Ellos gozaron de su fama y reputación a costa del trabajo de estas artistas.

 El caso de Tintoretto es uno de los más conocidos. En el siglo XVI, este pintor se casó con una joven aficionada a la pintura. Su padre no le había permitido estudiar, pero al casarse con este artista pudo formarse de manera profesional.

 Es hasta el día de hoy que las obras más célebres de Tintoretto son en realidad producciones pintadas por su esposa. Las menos conocidas fueron las elaboradas por este artista fraudulento, que hacía a su mujer firmar los cuadros con su nombre.

 El caso de Tintoretto es uno de los tantos fraudes de la historia del arte, y es bien reflejado en la película La esposa (The wife). En ella un escritor de alto reconocimiento es ganador del Premio Nobel de Literatura, pero a medida que pasan los minutos de la pieza audiovisual podemos comprender que el verdadero escritor no se trata de este carismático señor. La verdadera creadora de las novelas era su esposa, quien por ser mujer coincidió que era mejor que a su marido se le atribuyera la fama por su trabajo.

 Son tantas las investigaciones que se han llevado a cabo sobre mujeres escondidas en el arte que se han producido películas y artículos sobre el tema. Hace unos cincuenta años ser mujer y artista hacía que su firma se viera desvalorizada, muchos curadores o editores rechazaban trabajos creados por mujeres.

 ¿Qué sucedió con las jóvenes que formaron parte de la generación beat de los Estados Unidos? Terminaron, muchas de ellas, olvidadas en las estanterías de la literatura norteamericana. Buscaron escribir y vivir los placeres como a un hombre le era permitido. ¿Quiénes trascendieron como los fundadores de este estilo literario? Allen Ginsberg, Jack Kerouac, entre otros hombres. Entonces es válida la pregunta: ¿Cuántas mujeres más han sido relegadas del mundo artístico?

 La película de Tim Burton Ojos grandes (Big eyes) también representa una historia basada en hechos reales sobre un hombre que hace a su mujer firmar las pinturas con su nombre, para poder gozar de la fama que él, por su cuenta, nunca conseguiría. Margaret Keane fue una pintora, a quien durante mucho tiempo se la relegó de su lugar como artista para complacer a su marido.

 ¿Cuántas pintoras, músicas, escritoras, dramaturgas habrá que no pudieron vivir de su trabajo con su nombre? A medida que pasan los años aparecen nuevas figuras y es probable que descubramos nuevos rostros y nombres escondidos en la historia del arte.