«La
chica con problemas», así denominó un grupo de docentes a una estudiante que
cursaba una materia-taller de una carrera universitaria de artes visuales. La
entrega final consistía en un trabajo realizado a través de la técnica del
mosaico.
Yo
tuve la oportunidad de observar cómo estas profesionales de la pedagogía
evaluaban los trabajos plásticos de sus alumnes. Los lineamientos con los
cuales ejercían la evaluación eran confusos, parecía que el gusto personal era
lo que priorizaban a la hora de corregir. Mientras que algunes estudiantes eran
elogiades por su técnica plástica y su desarrollo en la cursada, otres eran
motivo de burla por su torpeza a la hora de manejar la técnica que desconocían
y que estas profesoras tenían el deber de enseñarles.
Sin
embargo, no solo no les enseñaron a manejar la técnica, sino que se dieron el
lujo de insultar a las personas que, por alguna razón, no lograron hallarse con
la propuesta pedagógica.
«La
chica con problemas» era una joven que tenía padecimientos mentales y que es
probable que se encontrara en pleno proceso de recuperación ¿Es esto motivo
válido para que este grupo de «profesionales» se burle con descaro de una
estudiante que se encuentra interesada en adquirir los conocimientos que el
plan de estudios estipula que debe aprenderse en esa materia?
Ese
es el nivel que manejan muchos docentes universitarios; la docencia se
convierte, de esta forma, en una fuente de ingresos necesaria para sobrevivir.
Esto se ve también en las escuelas: docentes que no desean cumplir con el rol
que les es asignado. En un país donde la tasa de desempleo es alta, la docencia
aparece como una salida laboral segura, ya que nadie puede despedir a un
profesor de una escuela pública.
Las
etiquetas y los juicios profesorales aparecen a la hora de relacionarse con les
alumnes. Es lo que sucede cuando alguien odia ser docente y su deseo no está en
construir conocimiento junto a les estudiantes.
Así
es como ciertas carreras universitarias de ciertas universidades, se encuentran
repletas de estos supuestos docentes que no llevan a cabo su trabajo, pero se
dan el permiso para basurear a aquellos estudiantes que, por alguna razón, no
cumplen con las expectativas de este grupo de personas que se hacen llamar
docentes.
La
educación artística se encuentra en crisis y los institutos y universidades no
cumplen con su obligación pedagógica, contratan profesionales que le hacen un
mal tanto a la educación pública como a la privada. Lo hacen sin cumplir con el
funcionamiento de los supuestos concursos que estos deberían aprobar para
trabajar en estas instituciones.
No
hay compromiso ni con el arte ni con la educación, solo queda forjarse en el
mundo y buscar construir conocimiento en otro ámbito artístico. «La chica con
problemas» es probable que se recupere, pero el sistema educativo ya se
encuentra dañado.
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