martes, 29 de noviembre de 2022

Pastillas

 


                                                                Pintura: Jean Fautrier


  Los psicofármacos son el dispositivo que se utiliza frente a una serie de cuadros psicológicos y psiquiátricos para ayudar al paciente a recomponer su equilibrio. Muchos de ellos tienen efectos adversos que son perjudiciales para la vida cotidiana de aquel, pero con una combinación adecuada de medicamentos se los puede combatir.

 Son las herramientas que se conocen hasta el día de hoy para lograr que el paciente recupere su vínculo con la realidad o solo para apaciguar una serie de síntomas que pueden aparecer en ataques de pánico, de ansiedad, cuadros depresivos, etc.

 El consumo de psicofármacos está mal visto y como venimos de una historia en la que tener un padecimiento mental era motivo para someter al paciente a una terapia electroconvulsiva, donde se los encerraba en calabozos y se los abandonaba, la palabra «psicofármaco» se vuelve estigmatizante para algunas personas desinformadas. Mucha gente se avergüenza de tener que acudir a una terapia farmacológica, como si esto le hiciese sentirse menos que el resto de las personas que viven sus vidas de manera tranquila, sin tener que acudir a ellas.

 Lo que es preocupante es que a todo esto se le suma un grupo particular de personas que se dedican a militar contra los psicotrópicos. La mayoría son personas que tienen un vínculo con la medicina natural y las terapias holísticas. A veces, son solo jóvenes que simpatizan con la espiritualidad, pero tienen un discurso peligroso que consiste en alentar a personas con padecimientos a abandonar la medicación.

 No solo preocupa que haya tanta juventud que sostiene la supresión de los medicamentos para tratar una psicosis u otro conflicto mental que pueda existir, y propone como alternativas practicar yoga, tomar sesiones de reiki, ingerir un té tranquilizante o meditar; sino que muchas veces son jóvenes que consumen drogas duras o alucinógenas. Entonces, si ellos benefician el negocio del narcotráfico comprando cocaína, ¿Con que criterio van a sostener su discurso contra las industrias farmacológicas?

 Lo que se esconde detrás de este discurso es que estas personas no entienden la problemática que conlleva atravesar una crisis psicótica, perder el contacto con la realidad o no poder levantarse de la cama para ir al trabajo, no comprenden la magnitud del problema. Son personas que no pueden tener empatía con el otro, no les importa porque a ellos nunca les pasó.

 Por lo general, coincide que son personas muy egoístas y como a ellos les tranquiliza tomarse un té de valeriana e irse a dormir, se lo recomiendan a los demás, y lo que es peor hacen de eso un discurso que divulgan con la excusa de estar combatiendo a la industria farmacológica, para minimizar los conflictos mentales que una persona puede estar enfrentando.

 Hoy existe mucha más información sobre el uso responsable de psicofármacos que antes, podemos encontrar muchas agrupaciones y movimientos sociales que militan la salud mental y generan conciencia sobre las terapias y los psicotrópicos.

 Hace unos treinta años la situación era aún peor, entonces si sos una de esas personas que le cuesta integrarse en la sociedad por ser estigmatizada por consumir pastillas, siempre ayuda hacer memoria por todas aquellas que no pudieron ni siquiera salir del encierro.

 Por suerte, hoy circula una gran cantidad de información contra los manicomios, intentemos colaborar con este movimiento social y contestémosle con altura a este grupo de imbéciles que andan dando vuelta, fomentando su ideología del horror. Intentemos ponernos en el lugar del otro, concienticemos sobre la salud mental.

 

viernes, 11 de noviembre de 2022

El estigma social

 


Fotografía: Ching Yang Tung

Las personas con padecimientos mentales no solo deben afrontar las adversidades de la condición que portan en su cuerpo y mente, sino que también deben enfrentarse a la cruda realidad de reinsertarse en la sociedad, y es aquí cuando aparece el estigma social.
 Para alguien que ha sufrido cualquiera de las crisis o desequilibrios mentales que se puedan transitar, no es fácil volver al entorno del que forma parte: un espacio donde la han visto en una realidad diferente a la del resto.
 Esto ocasiona una ruptura en las relaciones sociales de quien lo padece, los entornos laborales o académicos se vuelven lugares donde la persona debe intentar recomponer los lazos sociales. Es aquí cuando comienza el problema, porque en una sociedad donde se le impone a los ciudadanos formar parte de una homogeneización para vivir en comunidad, es muy complicado para alguien que ha sufrido algo como esto volver a integrarse.
 Lo que suele suceder es que muchas de las personas del entorno cambian su manera de relacionarse con esta persona, algunos quizás pongan límites que marcarán hasta dónde quieren sociabilizar con ella y otros no le dirigirán más la palabra.
 En los ámbitos académicos es clave el rol que debe tomar el o la docente que está frente a la clase. Si este no ayuda a que esa persona se reintegre al grupo a través de la didáctica, las estrategias con las que planifica su clase, es más difícil generar un entorno amigable para la persona en cuestión. Muchos profesores eligen no involucrarse, esto puede ser porque no tienen vocación por su trabajo, porque no saben cómo hacerlo o por el simple motivo de que no pueden empatizar con el tema.
 Así es como muchas personas pierden vínculos, espacios de sociabilización y entornos laborales. El estigma social es uno de los temas más difíciles de afrontar cuando se tiene un padecimiento de este tipo. A la persona no le queda más remedio que aceptar esta realidad: que los vínculos son diferentes, que habrá rumores que se divulgan respecto a ella y que deberá lidiar con una sociedad que no la integra. Porque quien padece de alguna condición del cuerpo, que se encuentre ligada a la salud mental, es obligado a quedar relegado de sus ámbitos sociales, por eso existen el encierro y el aislamiento como métodos con los cuales se tratan a los pacientes.
 Lo más difícil que debe afrontar esta persona es que la sociedad quiere que actúe como si el problema no existiese. Tiene que intentar ser igual al resto y comportarse de la misma manera para que la acepten, hacer de cuenta de que nada ha tenido que atravesar para que no aparezca este conflicto.
 Si queremos evitar esto que denominamos como «estigma social», entonces debemos reeducar a la comunidad, generar conciencia en los diferentes ámbitos sociales y construir herramientas para informar sobre la salud mental.
 De esta forma, evitaríamos afectar su recuperación, integrándolas en los diferentes espacios para que puedan fortalecer los lazos sociales. Tengamos más empatía por el otro para que este puede vivir en paz.