El término «locura» está manchado por una serie de prejuicios y preconceptos
que hacen de esa palabra una condena para la persona que se encuentra
padeciendo algún tipo de conflicto mental, como si no hubiese gente con
conductas tóxicas que lo alejan del sentido de lo saludable.
Este término es utilizado para discriminar a
personas que necesitan de cierto dispositivo como el psicofármaco para llevar
una vida más equilibrada. «Loco» sería aquel que no tiene sus cabales en orden, que no
cumple con la norma establecida, y como necesita ayuda médica se lo crucifica
en esta categoría que produce espanto en personas que han tenido la suerte de
no necesitarla.
¿Cuántas personas no consumen psicofármacos ni
han estado internadas, pero tienen conductas tóxicas y producen daños en las
personas que les rodean? ¿Cuántos cerebros libres de psicotrópicos son enfermos
con constancia y no están etiquetados en esta categoría, que pareciera ser
fatal para cierto sector de la sociedad?
No hay que tener miedo a estar loco, porque en
verdad todos somos sanos o enfermos en algún momento de nuestra vida. Nadie se
encuentra exento de toxinas, todos hemos hecho daño o nos han dañado.
Con la palabra «locura» se ha designado y marginalizado a personas que han
tenido padecimientos mentales, y muchas de ellas fueron personas brillantes. Michel
Foucault estuvo internado en una institución psiquiátrica y eso no le
imposibilitó luego desarrollar su obra y vivir con una calidad de vida más
estable. Grandes pintores fueron delirantes y son las personas que más legados
han dejado en este mundo que quiere condenarlos en esta categoría tan
controversial.
«Loco» es aquel que no cumple con la norma, que es tan
inteligente que construye otras realidades con su mente. «Loco» es aquel que no calla
sus ideas y que se mantiene por el mundo de la forma que le han enseñado. «Loco» es aquel al que el
sistema le tiene miedo, porque puede cuestionar las maneras en las que
funciona, porque devela que todos somos diversos y atenta contra la
homogeneización de la que intentan hacernos parte. Por eso suelen ser las
personas más geniales y manejan niveles de intensidad muy altos, tanto que a
veces sus mentes les juegan malas pasadas.
No hay que temerle a una persona a quien han
forzado a entrar en esa categoría, porque sin ellos hoy el mundo seria aún más
adverso.
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