En nuestra sociedad hay un sector de la población que se encuentra aislado del resto de los ciudadanos, estas personas viven en diferentes tipos de espacios en donde se las mantiene encerradas por diversas razones. Son las instituciones del encierro las que se encargan de mantener a este grupo en orden y manteniendo cierta disciplina.
Los denominados
manicomios, hospitales y clínicas psiquiátricas se encargan de amontonar
ciudadanos cuyas facultades mentales no les permiten desarrollarse en sociedad
de la manera que el sistema espera que lo hagan. Estos lugares se convierten en
depósitos de sujetos muchas veces olvidados por el Estado y abandonados por sus
familias. Pasan el resto de su vida al cuidado de los y las enfermeros/as, en
situaciones de higiene muchas veces deplorables, mientras reciben grandes dosis
de medicamentos.
Las clínicas
privadas se convierten en aguantaderos donde el paciente es una fuente de
ingreso, y el personal se encuentra en pésimas situaciones salariales. En ellas
conviven también ancianos y muchas veces violadores que se los aísla para que
no continúen haciendo daño. Todo esto respaldado por obras sociales que
financian a estas instituciones del horror.
¿Es el encierro
la manera de ayudar a las personas que se encuentran perdidas en una sociedad
que no pretende hacerse cargo de ellas? ¿No se debería intentar reintegrarlas
en la sociedad para que se desenvuelvan de forma autónoma y en libertad? La
dependencia de una firma para poder salir al mundo externo, aunque sea por unos
momentos o unos días, hace que muchos pacientes estén condenados a pasar el
resto de sus vidas encerrados en esas clínicas, cuando no cuentan con un
respaldo familiar en donde apoyarse.
Entonces
podemos preguntarnos: ¿Dónde se encuentra la responsabilidad del Estado?
¿Cuánto tiempo más mantendrán a estos seres humanos en la marginalidad? ¿Hasta
cuándo los manicomios, hospitales y clínicas funcionarán como aguantaderos de
los desechos humanos de un sistema que los quiere invisibilizar a toda costa?
Se necesitan políticas de salud que ayuden a devolverles la libertad que les
han arrebatado y acciones que apunten a desarrollar una salud mental que
comprenda a todos los estratos sociales, es nuestra responsabilidad como
ciudadanos hacerlo visible de una vez y para siempre.
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